El fin del mundo, de nuevo

Acerca del golpe de estado en Chile se puede leer en la Wikipedia:

«…Acaecido el 11 de septiembre de 1973, fue una acción militar llevada a cabo por la Fuerzas Armadas y Carabineros para derrocar al presidente socialista Salvador Allende y al gobierno izquierdista de la Unidad Popular. A ello le precedió un periodo de alta polarización política y convulsión económica y social. Los militares contaron con el apoyo de la derecha política y también de un sector del Partido Demócrata Cristiano. El golpe fue planeado inicialmente por un sector de la Armada de Chile, con el apoyo de los Estados Unidos.»

Helvio Soto, cineasta chileno en 1975 filmó en Bulgaria la primera película que narra los sucesos del golpe de estado.

La banda sonora fue obra del gran maestro y genio argentino: Astor Piazzolla.

Debo confesar que por esta obra siento un especial afecto, particularmente por una de sus piezas: «Llueve sobre Santiago»

Al escucharla mi memoria me remite a otro tiempo, a otro fin del mundo ya alejado y alojado en el pasado.

Un fin del mundo que comenzó en Chile, aquel invierno austral del 73.

Yo creo que en aquel entonces, el ambicioso dictador chileno Augusto Pinochet, no solo asesino a un presidente, ni los ideales de un pueblo. Creo que dinamito, los sueños de una generación, y sin proponérselo, propago por el mundo, el virus de las contradicciones socialistas.

Después, mientras otros compañeros de mi generación y yo, dejamos atrás la infancia, el árbol acabo por caer.

Generalmente no tiendo a creer en conspiraciones, sin embargo, sí supongo ahora, que algo contribuyeron para derrumbar los ideales socialistas de aquella época, R. Reagan, la dama inglesa de hierro, el Papa polaco, y tantos otros precursores del llamado «bien vivir», para dar por terminada aquella era, aquel mundo.

Hoy la melancolía de fin del mundo Maya, me hace anhelar con ansiedad llegar a vivir el momento en que caiga estrepitosamente también, el árbol del capitalismo y sus contradicciones.

Sin embargo, con cierto desamparo entiendo, que para eso, tal vez deberán pasar varias generaciones más, y quizás otros fines del mundo Maya.

Pero ya no es tiempo de hablar más…

¡El fin del mundo está por comenzar!

Voy a irme a un rincón a escuchar «Llueve sobre Santiago»

Seguramente al terminar la música, sentiré una opresión en el pecho (el «dolorcillo») y el mundo continuará igual que siempre.

Yo seré el mismo y recordaré como otras tantas veces, que….

¡Me gusta el tango,
amo el tango y
que el tango me hace feliz!


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